
Pero el partido de Mestalla fue
completamente distinto. Un Valencia que salió luchando cada balón,
fue superior al Sevilla. El dominio valencianista quedó
materializado con el primer gol de Feghouli en el 14 de la primera
parte, lo que hacía presagiar que el partido no iba a pintar bien y
nos metía el miedo en el cuerpo a todo el sevillismo. 10 minutos más
tarde, Jonas marcaba, neutralizando los dos goles de ventaja de la ida. Antes del descanso, Reyes tuvo una ocasión
clarísima pero Diego Alves salvó el gol. En la segunda mitad, el
conjunto sevillista estaba mejor plantado en el terreno de juego,
pero no pudo evitar el gol de Mathieu que, en ese momento, nos dejaba
fuera de la ansiada final de Turín. El partido siguió su curso y
todo parecía indicar que nos íbamos a quedar a las puertas de la
final, hasta que llegó al minuto 94...
Minuto 94 y Coke saca de
banda, la peina Fazio y M'Bia remata con un imparable cabezazo que
bate a Diego Alves. Locura en los sevillistas que estaban en
Mestalla. Locura en el banquillo sevillista, especialmente en Unai
Emery. Locura en nuestros jugadores, que fueron corriendo como locos detrás de
M'Bia. El camerunés nos metía en una final europea de nuevo y no se podría ni imaginar la fiesta que había montado su gol en Puerta de Jerez... En este instante, quedó demostrado que el “dicen que nunca se rinde” de nuestro himno del centenario no está puesto por casualidad.
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